Muchos compramos camisetas por internet y conocemos el peligro de que sea interceptado en la aduana, ya que los impuestos encarecen la compra en demasía. Dentro de lo malo, en España, te hacen pagar los impuestos correspondientes (IVA, aranceles, y unos intereses si la empresa de transporte se hace cargo del pago antes de pasárnoslo) que pueden llegar a doblar el precio. Pues en Francia no se andan con chiquitas a pesar de la crisis y el afán recaudatorio.
Oliver Demolis, un coleccionista galo de camisetas de fútbol compró a un brasileño "la última perla de la colección", que no era otra que la camiseta que David Trezeguet llevó durante la final del mundial de Fútbol de Francia de 1998 en la que derrotaron a Brasil por 3 a 0 consiguiendo su primera copa del mundo.
A pesar de que Trezeguet estuvo en el banquillo, "las camisetas de aquella final están muy valoradas, ya que sólo se encuentran 6 en circulación, una ‘Zidane’, una ‘Trezeguet’, una ‘Desailly’, una ‘Boghossian’ y dos ‘Guivarc’hs’ " según el propio Demolis, que se gastó 3,350 € en metálico y dos camisetas valoradas en 2,000 €, una de la selección que llevó Anelka y una del Auxerre del defensa Grichting, llegando al total de 7,350 €. Feliz y sonriente iba este electricista a recoger su preciada nueva posesión, cuando en el aeropuerto le comunicaron que la camiseta no existía, pero no porque le hubieran timado, sino por una razón un poco...diferente.
A pesar de que Trezeguet estuvo en el banquillo, "las camisetas de aquella final están muy valoradas, ya que sólo se encuentran 6 en circulación, una ‘Zidane’, una ‘Trezeguet’, una ‘Desailly’, una ‘Boghossian’ y dos ‘Guivarc’hs’ " según el propio Demolis, que se gastó 3,350 € en metálico y dos camisetas valoradas en 2,000 €, una de la selección que llevó Anelka y una del Auxerre del defensa Grichting, llegando al total de 7,350 €. Feliz y sonriente iba este electricista a recoger su preciada nueva posesión, cuando en el aeropuerto le comunicaron que la camiseta no existía, pero no porque le hubieran timado, sino por una razón un poco...diferente.
Y es que cuando detuvieron el paquete en la aduana parisina, los inteligentes miembros del registro aduanero se basaron en su extenso conocimiento de marcas y prendas deportivas para llegar a la conclusión de que lo que tenían entre manos era una falsificación, así que la tiraron a la hoguera con todas las demás "falsificaciones". Así que el pobre Oliver se anda en los tribunales a ver si le devuelven la pasta, aunque para alguien que se deja más de un millón de pesetas en una camiseta supongo que la pérdida importará más que el coste. Eso sí, al recibir la noticia pudo secar sus lágrimas con otra de sus posesiones, la camiseta que Zizou llevó en aquella final en la que hizo dos goles.
Moraleja: si te compras algo por internet por un pastón, gástate un poco más y vete a buscarla.
También sé que hay riesgos camisas comprados en línea. ¿Hay alguna manera que puede reducir el riesgo?
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